miércoles, 31 de marzo de 2010

Espíritu aventurero

Mi amigo Jon Ugarte es un tipo especial. Siempre lo ha sido y, creo, siempre lo será. Buena gente, tímido, fanático de Internet cuando prácticamente no navegaba ni Bill Gates, siempre ha ido a su aire. Sin prisas, unos estudios por aquí, un viaje por allá, una temporada trabajando en este sitio, otra en este otro... Y así, poco a poco, con tan sólo 22-23 primaveras a sus espaldas, y sin seguir más dogma que el que él mismo se autoimpone, camina y ya va acumulando una experiencia vital que es envidia de muchos. O, por lo menos, mía.

Este verano trabajó de socorrista, algo que ya había hecho en otras temporadas estivales y que le va como anillo al dedo. Le gusta que haya gente en la piscina, pero más aún los días en que no hay ni blas y él puede disfrutar para él de todo el complejo. Después una temporada corta, algo así como un mes-mes y medio en la cadena de la factoría de la Bosch-Siemens en Estella. Y al acabar se dijo: "Qué carajo voy a hacer yo ahora". Y el carajo fue el siguiente.

Sin pensárselo dos veces, o quizá sí, lleva algo así como dos meses en Perú. Llegó solo, pero guardaba un buen contacto bajo la manga. Desde hace tropecientosmil años Perú cuenta con un oteizano de pro como hijo adoptivo. Se trata del padre Pablo Zabala, un misionero de los de antes, también muy buena gente, que se desvive por mantener la cultura y forma de vida de los pueblos indígenas de Perú.

Y allí se fue el bueno de Jon, a trabajar con el padre Zabala y a conocer el país. Me cuenta: "Lo mejor la gente, me han invitado a comer a sus casas, a cenar, me han porteado, me han acompañado...". Ahora, después de pasar una buena temporada en la selva junto al padre Pablo, se ha marchado a Cusco, una de las principales ciudades del país, a disfrutar de unos días a su aire. Y, según me dice, tiene pensado regresar a diferentes zonas de la selva antes de emprender el viaje de regreso a Oteiza. Dice que regresará para el 15 de abril. Yo creo que lo tendremos de vuelta para el 28, un día antes de que empiecen las fiestas de Oteiza. Antes, ni de coña.

Por la envidia que me das, porque viajes así son los que merecen la pena, porque sabes estar en todos los sitios disfrutando y ayudando. Desde aquí, que estas breves líneas sirvan como pequeño homenaje a tu manera de pasear por la vida. A la vuelta hablamos largo, y cuídate mucho pajarraco.

El de la gorra es Jon, acompañado de un autóctono y del padre Pablo Zabala (esas barbas las tenía antes de que yo naciera). Transportan un jeep en dos barcas unidas por cuerdas por un río de la selva peruana.

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