Disfruto a cuatro bandas. León de los Aldama, Münich, Cizur Mayor (sector Ardoi, más concretamente) y Oteiza de la Solana conectados online en una charla a través de una videoconferencia familiar, amena y, no está de más comentarlo, algo disparatada. Otro ejemplo. León de los Aldama, norte de Francia, Pamplona y Oteiza de la Solana. Esta vez somos puros amigos.
Hoy podemos hacerlo gracias a Skype. Un programa informático intuitivo, sencillo de utilizar, que permite hablar ¡GRATIS! a la vez que ves la cara de tus interlocutores. Por si fuera poco con esta maravilla, contamos asimismo con el correo electrónico y las redes sociales. Facebook y Tuenti son mis preferidas y las que utilizo de forma asidua para contactar con amigos y conocidos en nuestra tierra. Comentarios, fotos o enlaces se comparten de manera inmediata y eficaz a través de estos portales. A mi juicio, otro prodigio de la tecnología.
Si tratáramos de explicar a nuestros abuelos que nos alejamos 13.000 kilómetros de casa y, sin embargo, podemos continuar manteniendo bien calientes nuestras relaciones personales nos tomarían por locos. Hoy, en plena vorágine informática, todo se torna factible. Y es un gustazo. Me encanta poder charlar con los míos, contarles cómo va esta experiencia única y compartirla con ellos en primera persona. Así, la distancia se convierte en cercanía y en el interior de uno se hace más patente la necesidad de estrechar lazos con los nuestros. Que así continúe.
Hoy podemos hacerlo gracias a Skype. Un programa informático intuitivo, sencillo de utilizar, que permite hablar ¡GRATIS! a la vez que ves la cara de tus interlocutores. Por si fuera poco con esta maravilla, contamos asimismo con el correo electrónico y las redes sociales. Facebook y Tuenti son mis preferidas y las que utilizo de forma asidua para contactar con amigos y conocidos en nuestra tierra. Comentarios, fotos o enlaces se comparten de manera inmediata y eficaz a través de estos portales. A mi juicio, otro prodigio de la tecnología.
Si tratáramos de explicar a nuestros abuelos que nos alejamos 13.000 kilómetros de casa y, sin embargo, podemos continuar manteniendo bien calientes nuestras relaciones personales nos tomarían por locos. Hoy, en plena vorágine informática, todo se torna factible. Y es un gustazo. Me encanta poder charlar con los míos, contarles cómo va esta experiencia única y compartirla con ellos en primera persona. Así, la distancia se convierte en cercanía y en el interior de uno se hace más patente la necesidad de estrechar lazos con los nuestros. Que así continúe.
-Artículo publicado en Diario de Navarra el domingo 30 de enero de 2010 en la sección 'Navarros en la Aldea Global'.
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