viernes, 18 de marzo de 2011

Alivio y solidaridad


El terremoto y posterior tsunami que asoló Japón el pasado viernes, el quinto más potente de todos los medidos en el mundo hasta la fecha, tuvo en México una repercusión importante y puso en alerta a la zona costera del Pacífico durante unas horas. Tras conocerse la magnitud del temblor y el peligro existente, pude conocer desde una plaza segura como es León, situado en el estado de Guanajuato, en el centro del país, cómo los estados litorales de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas quedaban en alerta ante un posible tsunami.

En un comunicado de amplia difusión, Protección Civil de la Secretaría de Gobernación de la República solicitó a autoridades y población "tener precaución por si existiera una retirada pronunciada del agua de la playa", porque esto constituye una alerta de tsunami natural y debe ser atendida. “En tal caso, deben alejarse inmediatamente de la playa o de la costa”, leía el texto, que señalaba también que “si la llegada del tsunami es inminente, trasladarse tierra adentro y a una altura no menor de 10 metros del nivel del mar y permanecer ahí”.

Gobernación pidió mantenerse atentos a los servicios de noticias por radio, televisión o Internet, para saber si el área de residencia estaba expuesta a la llegada de maremoto, así como suspender toda actividad recreativa en el mar y la navegación. Doce horas después, el estado de alarma quedó sofocado ante las tranquilizadoras olas de un metro que rompían con normalidad en las costas del Pacífico mexicano. Ya fuera de peligro, la población fue haciéndose una idea de la magnitud de la tragedia, todavía candente ante el caótico estado de la central nuclear de Fukushima, y comenzaron a llegar las muestras de solidaridad y afecto con el pueblo japonés.

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