Josep Guardiola no será el entrenador del Barcelona el año que viene. El que fuera uno de los jugadores más importantes de la historia azulgrana cogió las riendas del primer equipo el 17 de junio del 2008, después de una brillante temporada al frente del Barça Atlètic, equipo con el que alcanzó el ascenso a Segunda B. "No puedo prometer títulos, pero puedo decir que persistiremos hasta el final y que estaréis orgullosos de nosotros", afirmó el día de su primer Gamper. Y acertó.
El de Santpedor sólo entiende un tipo de fútbol. Es el de ataque, el de posesión y asociaciones, que obligan al rival a correr tras el balón. Así es como juega su Barça, que supera en control de balón y remates a puerta prácticamente a todos los rivales a los que se enfrenta. Valora el talento de sus jugadores, pero antepone el trabajo y el sacrificio individual en beneficio del colectivo. Entiende el fútbol como un deporte de grupo en el que él es el máximo responsable de los resultados y, también, por lo tanto, el líder de este colectivo.
Josep Guardiola ha demostrado ser un entrenador meticuloso, que cuida todos los detalles. Prepara los partidos con vídeos del rival y nunca piensa más allá del siguiente. Se trata de un brillante motivador que saca el mejor rendimiento de cada uno de los hombres de su plantilla, a los que quiere y aprecia. Esta filosofía le llevó al éxito con el primer equipo en su debut en Primera: el Barça levantó Copa, Liga y Champions en la mejor temporada de toda su historia, la 2008/09, la del triplete.
La excelente temporada coronó a Guardiola como el tercer entrenador –junto con Cruyff y Samitier– que levantó la Liga habiéndola ganado antes como jugador del Barça. Además, se convirtió en el sexto hombre que levantaba la Champions habiéndola conseguido como jugador y el primer técnico que consigue el triplete en el siglo XXI. Los éxitos no tuvieron límite, ya que a principios de la campaña 2009/10 se alcanzaron la Supercopa de España y la Supercopa de Europa y en diciembre de 2009, por primera vez en la historia del Barcelona, el Mundial de Clubes. Así pues, aquel mágico 2009 pasó a la historia como el año de las Seis Copas: Copa, Liga, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. La avalancha de títulos no paró, ya que se conquistó la Liga 2009/10 y la temporada siguiente la Supercopa de España, la Liga y la Champions. En este curso, algo menos en títulos y en juego, todavía queda la opción de levantar la Copa, tras haber sumado ya las dos Supercopas, la de España y la de Europa.
Hoy Guardiola nos ha comunicado que el año que viene no estará al frente del barco. Se marcha, según sus propias palabras, porque se ha "vaciado" y necesita "llenarse". "Cuatro años es una eternidad como entrenador del Barça. El tiempo lo desgasta todo y yo me he desgastado", ha dicho en su adiós. Y ha apuntado que "la próxima persona dará unas cosas que yo ya no puedo dar. La exigencia ha sido muy alta y el entrenador debe estar fuerte y tener la energía para contagiarla a los jugadores. Y yo tengo que recuperarlo y eso se hace reposando".
Elegante como siempre, ha querido agradecer la profesionalidad de todos los jugadores que ha tenido bajo sus órdenes a lo largo de estos años. "He tenido el gran privilegio de entrenar desde el primer al último jugador. Me han hecho disfrutar de este oficio y quiero agradecerles que ha habido millones de jugadas y partidos imaginados que ellos los han hecho realidad. No hay precio más valioso que éste, que es lo que me llevo". En estos momentos Guardiola ha tenido muy presente a Abidal, que se recupera del trasplante de hígado a que fue sometido hace unas semanas. Y también al jugador malí Seydou Keita, de quien ha explicado que "ha sido mi termómetro moral y ético aquí".
Se va Josep Guardiola. Un referente en el fútbol moderno. Un visionario. Un entrenador. Una persona coherente con sus principios, educada y elegante. A los que amamos el fútbol y hemos disfrutado tanto viendo jugar a su equipo, solo nos queda darle las gracias por estos cuatro años de fútbol brillante y estético. Gracias por todo Pep. Ojalá vuelvas un día.
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