sábado, 12 de enero de 2013

La misión del reportero



Estos días estoy disfrutando con 'El mundo de hoy, autorretrato de un reportero', de Ryszard Kapuscinski. Me está gustando mucho y recomiendo su lectura a todos los que os guste la profesión y los viajes. Me gustaría compartir unas líneas del libro que me parece -al leerlo- encierran parte del misterio de este trabajo: 

"Me siento muy incómodo en situaciones como las descritas en 'El Imperio'. No hay ninguna necesidad de hacer preguntas cuando todo está claro nada más verlo. Nos damos perfecta cuenta de lo durísimo que es el trabajo del minero, una vida plagada de dificultades y en la que la gente pasa medio año sin ver la luz del día. En Siberia, por ejemplo, cuando por la mañana bajan a la mina, en la calle aún reina la oscuridad y cuando suben a la superficie al acabar el turno, hace horas que ya es oscuro.

Los mineros de Vorkutá se jubilan a los cincuenta años, pero apenas un veinte por ciento llega a esta edad. Cuando se está allí, no es necesario preguntar por nada porque estas cosas se perciben a simple vista. Esto en primer lugar. Pero además, todo aquel que se ponga a hacer preguntas enseguida empieza a desempeñar un papel de periodista, con lo cual marca la diferencia entre él y aquella gente. Y es precisamente ésta la actitud que siempre rehúyo.

Para mí, la primordial fuente de información se encierra en esa profunda sensación que experimenta uno cuando se sabe rodeado de personas que lo tratan como a uno más, como alguien próximo; cuando todos somos iguales: ellos me tratan de tú a tú, igual que yo a ellos. De esta manera consigo enterarme de mucho más que si les preguntase cuánto ganan al mes. Ya sé que cobran sueldos de miseria. ¿Qué más da que me digan dieciséis rublos o dieciocho? Es un dato sin ninguna importancia; lo importante es que son pobres, muy pobres".

Clarificador.

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